Cometiendo los mismos errores

Una de las razones que hace que surja con especial intensidad la Inteligencia Colectiva es que, dentro de un suceso haya víctimas inocentes o se produzcan injusticias de algún tipo. En estos casos no hacen falta incentivos: ayudar a los demás, o ayudar a que se haga justicia, es suficiente recompensa.

Pueden ser desastres naturales, como el huracán Sandy en New York en 2012 o aquellos en los que se ha utilizado la plataforma Ushahidi. Pueden ser delitos, como ataques terroristas (los atentados de la maratón de Boston) o manifestaciones con disturbios.

Los recientes acontecimientos de Charlottesville suponen uno de estos ejemplos. Me refiero al conflicto generado alrededor de supremacistas blancos, con sus declaraciones, manifestaciones y acciones, incluyendo el atropello y asesinato de una manifestante que protestaba por la presencia de este colectivo. Estos sucesos han dado lugar, de nuevo, a que surja la Inteligencia Colectiva. Una cuenta de Twitter, @yesyouareracist (que en castellano sería «sí-eres-racista») solicitó hace un par de semanas a la multitud de Internet la identificación de aquellos que participaron en las diferentes manifestaciones pro-supremacistas (hay suficiente material multimedia en Internet). El objetivo era ir publicando en su time-line quiénes son estas personas. Actualmente esta iniciativa ya no está en marcha (o eso parece por su TL).

El esquema de este tipo de iniciativas no es nuevo. La policía metropolitana de Londres utilizó una iniciativa similar en 2011 para identificar a aquellos que cometieron delitos durante los disturbios de unas manifestaciones. Se pidió a la gente que revisara imágenes de 2800 cámaras de circuito cerrado para ver si la multitud conseguía identificar a aquellos que cometían delitos (robos, destrucción del mobiliario urbano, etc.). 770 personas fueron arrestadas, imputando cargos a 167. Lo mismo sucedió en la iniciativa llevada a cabo por el FBI en los atentados de la maratón de Boston, caso comentado previamente en este blog (1, 2 y 3).

La diferencia entre estos casos y el de Charlottesville, es el objetivo y quien gestiona la iniciativa.

El objetivo de la identificación en el caso de Londres estaba claro. El objetivo en la iniciativa llevada a cabo por el FBI en el caso de la maratón de Boston era el mismo: Identificar a un criminal para proceder a su busqueda y captura por parte de las fuerzas de seguridad del estado.

Pero, ¿cual era (y es) el objetivo de la cuenta @yesyouareracist? Por lo leído a día de hoy, el objetivo de la cuenta en general, y en este caso en particular, es exponer publicamente perfiles de personas que dicen que no son racistas pero que con sus actos demuestras que sí lo son. En este caso en concreto, en el que desde luego los implicados no niegan que son racistas sino que lo manifiestan publicamente, se busca que quien se relacione con estas personas sepa como son realmente. Una especia de denuncia pública.

Sin embargo, a pesar de lo surrealista de la actitud de los supremacistas (que todavía haya gente con esa forma de pensar es increíble), la identificación de personas, aportando datos personales como números de teléfono, direcciones del domicilio, etc. (fenómeno que se denomina «doxxing»), no deja de ser un polvorín y suponer una caza de brujas (aunque las «brujas» sean supremacistas blancos).

De hecho se ha identificado de manera incorrecta a una persona fotografiada en las manifestaciones racistas de la semana pasada. El profesor Kile P. Quinn fue falsamente identificado con la persona que aparece en la imagen (a la izquierda). Lo mismo que sucedió en la iniciativa llevada por la multitud en el caso de la maratón de Boston. Como consecuencia de esta falsa identificación, este profesor tuvo que pasar un fin de semana en casa de unos conocidos por miedo a volver a su casa (por lo que pudiera encontrarse).

De nuevo se comenten los mismos errores por no tener claros (o no ser correctos) dos elementos fundamentales: quien gestiona una iniciativa de inteligencia colectiva «sensible» y por qué lo hace.

En primer lugar, la Inteligencia Colectiva debe ser correctamente gestionada. En los casos en los que se trata información sensible (como pueden ser los datos personales o la identificación de una persona por la comisión de un delito), es necesario un gestor «autorizado» (por decirlo de alguna manera), que además no exponga esa información públicamente para evitar venganzas. No vale simplemente que alguien quiera hacer justicia (por muy buena intención que tenga). Además, en el caso que nos ocupa, y según las leyes norteamericanas, los supremacistas no estaban cometiendo ningún delito.

En segundo lugar, debe haber un motivo y un objetivo claro y adecuado. En el caso de Boston o Londres, las fuerzas de seguridad (quien) necesitaban identificar a determinadas personas (tarea solicitada) porque habían cometido delitos (motivo) y querían detenerlos (objetivo). En el caso de @yesyouareracist (quien), el objetivo era que la multitud desenmascarase publicamente a los manifestantes (tarea solicitada) debido a que su manera de pensar es como mínimo reprobable (motivo) para que cualquier la supiera (objetivo). Alguna consecuencia por ejemplo, ha sido el despido de algún manifestante de su trabajo (hay más de un caso).

A pesar de entender la impotencia del twittero que lleva la cuenta mencionada, no creo que el uso del doxxing sea la vía adecuada. La falsa identificación del profesor Quinn (y no ha sido la única) es la muestra de ello.

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